Parpadeos (429)

– Oye mi Luna
– Qué, mi Lucero?
– Te amo no por lo que tu reflejas de mi luz o mis sombras. Te amo por lo que eres, por ser tu.

Compañera de viaje

Despacio, muy despacio el amor se nos fue sembrando muy dentro. Al cabo de unos meses, sin saber como o en qué preciso instante, ya nuestras vidas estaban entrelazadas. Como el árbol cerca del río cantaba la canción y así lo cultivamos, como un frondoso río que extendió sus ramas al sol y lanzaba parte de su raíces a la corriente que le abrazaba. Con ella, a través de ella descubrí el amor en todas sus formas.

La vida nos trajo luego dos hermosos regalos, un par de seres luminosos que iluminan y agrandan nuestra existencia más allá de lo que ellos mismos perciben. Así transcurrieron más de veinte años. Dos largas décadas llenas de mucha ternura, de pasión, de sueños, de tropiezos, de batallas ganadas. Mucho de lo que soy es fruto de ese caminar. En mi quedó una huella profunda que puso muy alto los estándares del amor, del compartir en pareja, en equipo.

En una vuelta del camino tomamos rutas diferentes. No porque se acabara el amor, no, ese estará ahí por siempre. No, era tiempo de que cada cual se encontrara a si mismo, no a través del otro sino a solas consigo mismo. Dura faena y muy duro el reto para el corazón pero solo al salir victoriosos de esa batalla podremos mirarnos a los ojos como los seres de luz que somos y permitir que sea la luz de nuestro corazón quien guíe nuestros destinos.

Miro atrás y recuerdo con alegría todo lo ganado, incluso de los tiempos difíciles. Miro al presente y agradezco lo que soy. Miro adelante, al horizonte infinito y aprieto el paso sabedor de que solo el amor y la confianza serán mis guías y compañeras.

Sí, si te has cruzado con el amor de tu vida: no lo dejes pasar, bien vale la pena caminar la senda juntos.

Hasta cuándo?

Hace casi medio siglo las grandes potencias se reunieron y pactaron las reglas del juego económico. Las bases de Breton Woods se convirtieron en el pilar sobre el cual se desarrollaron entidades como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Ahora, por hechos por todos conocidos (y otros que seguramente nunca saldrán a la luz pública) el sistema hace agua. No solo la principal economía hace agua sino que amenaza por llevarse por delante todo lo que le pongan.

Para barajar y repartir de nuevo, se reunirán de nuevo para decidir cuales han de ser las reglas del juego para los años que vienen. Se encontrarán a fines de año en Estados Unidos. No solo los mismos de la vez pasada, esta vez han decidido invitar a algunos más al club. Pero para estar hay que demostrar credenciales, en especial una economía pujante y de peso.

Es decir, unos pocos elegidos van a definir la suerte del planeta para los años que vienen. Ya vimos que sus decisiones no buscan el fin altruista de garantizarle a todos los ciudadanos del planeta unas condiciones dignas de vida ni tampoco asegurar la existencia del plaeta mismo.

Creo que ya no estamos en los tiempos en los que el norte decide y el sur obedece…pero dónde están los líderes del sur lanzando sus voces. No para oponerse a una reunión sino para exigir que se cambien las reglas de acceso, que sea más democrático.

Hasta cuando tendremos más de lo mismo?

Feliz amanecer!

Alicia lo contó así, tal vez ocurrió en una noche de verano cuando visitó una granja en las montañas, pero la fecha no es muy clara:

– Esto es tan hermoso, sentir tu cuerpo fundiéndose en mi, es como si me transformara en la más brillante de las galaxias…

– Gaiiam, susurró él como si viajara en la cresta de una ola de éxtasis,

– Abrázame, abrázame muy fuerte, somos una sola luz, somos dos cuerpos

Lo que ocurrió despúes no es muy claro, se movió tanta energía entre esas dos almas que la luna se ocultó antes de tiempo, pensó que tanta luz era el resplandor de un nuevo feliz amanecer.

Parpadeos (427)

Hay noches que traen tu sonrisa como amanecer.

Parpadeos (426)

– Quien soy, le pregunté al silencio?
– Eres un hilo de vida que partió hace mucho tiempo de la luz infinita del Espíritu y que viaja por el espacio para fundirse de nuevo en la inmensidad de la nada.

El águila y el caminante

La historia me fue referida en el bosque por el Viejo Oscar. Según parece todo sucedió hace mucho, mucho tiempo en algún lugar remoto en las montañas del suroeste. Era la mañana gris de un día de invierno. El caminante hacía su senda del día y en medio del bosque escuchó un ruido extraño. Se adentró entre los matorrales y se encontró cara a cara con un águila. Era la más preciosa que nunca antes había visto, su plumaje era negro y oro con algunos visos blancos en su cuello. Su corazón irradiaba una fuerza especial, con una energía que llenaba todo a su alrededor de una inusitada vitalidad. Todo en ella era belleza y fuerza. Pero estaba herida y atrapada. Por alguna circunstancia que la historia no cuenta, quizás alguna escaramuza o un ataque de un predador, quien sabe, la majestuosa ave estaba allí con su ala quebrada y una de sus patas atrapada bajo una piedra. El caminante la observó por un momento, obnubilado por su belleza, analizó la situación y se acercó para desenredar la pata y hacerle alguna curación al ala maltrecha. Ella se había quedado muy quieta cuando le vió pero al sentir su cercanía sacó fuerzas de donde no pudo y le atacó, temía ser herida de nuevo. El hombre se retiró y meditó. Ya se acostumbrará a mi presencia y me dejará acercar, se dijo. Lo intentó de nuevo y una vez más la garra y el pico se clavaron en su carne. El águila sentía miedo y a la vez vergüenza de verse expuesta de esa manera. La escena se repitió varias veces y siempre el resultado era el mismo: el caminante tenía cada vez más heridas y el ave sufría más y más por el dolor que le agobiaba y por el esfuerzo que implicaba cada acto de defensa. El miró sus heridas y sintió rabia, solo quería ayudar y en cambio recibía maltratos. Tomó su mochila, recogió sus cosas y se aprestó a partir. Algo en la mirada de ella o quizás algún canto ahogado le detuvo. Se sentó en un rincón, hizo un fuego y se quedó. Así pasaron varios días con sus noches. En el día él le acercaba algo de alimento y de agua y en la noche le cantaba sus canciones de vida o le hacía suaves sanaciones que apenas si eran sentidas por el hermoso plumaje. Con el paso del tiempo la pata se hizo fuerte y sin saber como ella misma se liberó. Su primera reacción al verse libre fue huir de allí pero su ala maltrecha le recordó que eso no era posible. El ya no intentó acercarse, seguía sanando en la distancia, acompañándola con su presencia, abrigándola con  su fuego nocturno. Quizás acababa de amanecer cuando él sintió una suave brisa junto a su rostro. Ella volaba de nuevo, trazó un suave giro sobre él, dejó caer a sus pies una pluma fresca y se elevó por los aires. El quiso brincar y bailar de alegría, habría querido abrazarla pero ya estaba lejos y de todas formas habría sido imposible. Su felicidad no era solo por verla libre sino por la lección de amor que su corazón había aprendido. Había sido capaz de comprender el dolor de aquel ser y de pasar por encima de sus propias heridas para regalarle su amor y su ternura. Tomó la pluma, la puso en su corazón y respiró ese regalo de amor y de vida que había recibido. El siguió su camino y a lo lejos en el cielo ella volaba su libertad. La historia no cuenta si se volvieron a ver o no. Unos aseguran que cada cual siguió su camino pero que se acompañaron por siempre desde la distancia. También hay quienes dicen que él se hizo águila para poder volar a su lado y hay otros que afirman que ella se hizo doncella para dormir en su abrazo. Conservó la pluma por un tiempo y luego se la regaló a alguien en agradecimiento por algún don de vida. Desde entonces la pluma pasa de mano en mano como símbolo de amor, de agradecimiento y de libertad.

Sueños<

El amor se alimenta de presentes pero son los sueños quienes lo guían. Cuan difícil es a veces conciliar futuros y presentes pero más retador es combinar los sueños de dos y darles vida en un mismo presente. La grandeza de nuestros corazones está en su capacidad de sobrepasar las tormentas, dejarse acariciar por los vientos y dejar que las lluvias se hagan fuente de vida para las raíces. Así, luego te puedes sentar a la sombra del árbol mágico y reir con cada nuevo amanecer.

Actos

Sucede a veces que haces de corazón, entregas y a los ojos de otros es visto y recibido como algo diferente. Me pregunto si es que a mi corazón le falta aun más brillo en sus actos o cual es el misterio que encierran nuestras mentes que nos impiden entender en su inocencia lo que nos llega. Me duele cuando eso sucede, de alguna manera me siento juzgado, no reconocido. Por lo pronto, algo es seguro, aun me falta aprender a dar y dejar partir de tal forma que ya no me importe lo que otros piensen o digan de mis actos. Mientras partan del corazón, por qué habría de pesar como sean leídos?

Parpadeos (0)

Cierro mis ojos y veo el silencio infinito del Gran Espíritu, abro los ojos y me avasalla la belleza de la vida. Así, entre la inmensidad de la energía que somos y la magia del mundo que nos rodea, vamos de parpadeo en parpadeo haciéndonos uno con el todo.